COLONIALES, ANDINOS Y ALCALAÍNOS

España tiene grupos de folclor latinoamericano repartidos a lo largo de toda su geografía. Podemos encontrar varios de ellos en Castilla y León, Andalucía y otras comunidades autónomas. Pero ahora quiero poner la mirada en un pueblo del este de Madrid, Alcalá de Henares.
Allí en Alcalá no solo saben de chotis (baile tradicional madrileño). Ahora también saben de sikus, huaynos, sones y quenas. ¿Es que todo Alcalá ha estado en Latinoamérica? No, es que los aires latinoamericanos son llevados a este pueblo. No me interpreten mal. no se han teletransportado como por arte de birlibirloque. Los llevan un grupo en particular que ha hecho del sentir latinoamericano la base de su canto: Contrabandeando.

 

Contrabandeando
Este grupo tiene su base, obviamente, en Alcalá de Henares. Desde allí fusionan los ritmos tradicionales andinos con el son cubano, como ya hacía en Cuba el grupo Manguaré. Y acaban de lanzar su primer trabajo, «Coloniales y Ultramarinos».
En este disco hacen un viaje musical por Chile, Cuba, Bolivia y Argentina. Poseen una genuina raigambre sonera, sin cometer sacrilegios a la hora de tocar música andina. Lanzan su primer trabajo heroicamente, dado que la situación actual del folclor latinoamericano en España es poco menos que pésima.
Se trata de SIETE músicos provenientes de otras agrupaciones. Se les nota en la soltura que demuestran. No importa de dónde procedan sus miembros ni a dónde vayan; parecen decididos a sacar del ostracismo cultural a aquella música que causó furor en la España de los años setenta. Que les vaya bien.

UNA SERPIENTE CON MUCHO ARTE

Un servidor nunca deja de entusiasmarse. Es normal. En el panorama de la música andina abundan las propuestas interesantes, innovadoras, aunque haya también una gran dosis de mediocridad.
Hay tres tipos de música de los andes. La primera es la que nace de las entrañas de las montañas andinas. Es la más pura de todas, y, por ende, la que mejor representa al hombre andino y su filosofía. Es el fiel testimonio de los pueblos originarios de los Andes, de la civilización incaica. Es, en suma, la mejor de todas.
La segunda es la música andina que, acertadamente, uno de los hermanos Clemente, fundadores del gran grupo Trencito de los Andes, llamó «música andina for export». Es de calidad, pero está más orientada hacia los gustos del público europeo, y hacia la comercialidad. Es la que primero escuchamos todos los europeos, pero no por eso es la mejor.
Por último, existe una tercera, la peor de todas, la música andina undreground. Es aquella que todos los españoles podemos escuchar en los trenes del Metro. Es totalmente comercial, machacona hasta más no poder, y enormemente superficial. Algunas veces es mezclada con el new age para simular tener una profundidad de la que carece, y la «ejecutan» flautistas con bases grabadas en mp3.
Pues bien, el disco del que paso a hablar a continuación representa a la primera de las tres opciones. Se trata de un disco de Inkuyo, «The Doubled Headed Serpent», es decir, «La Serpiente de Dos Cabezas».
Aquí, el grupo, que vio sus frutos cuando uno de sus temas fue empleado para el documental «Baraka, el Último Paraíso», se ha empleado a fondo. Casi todas las canciones del mismo pertenecen a dos de sus miembros, Omar Sepúlveda y su fundador, Gonzalo Vergas. No esperen en el disco instrumentos eléctricos: no los encontraréis. Esto, en una época en la que los grupos comenzaban a preferir el bajo eléctrico como instrumento de acompañamiento junto a la guitarra.
Una prueba de que este disco pertenece a la primera de las categorías que antes he mencionado es el hecho de que en este existen verdaderas sikuriadas, en las que solo se escuchan el siku (flauta de pan de dos hileras de cañas) sin más acompañamiento que el del bombo y las chakchas o pezuñas de cabra, y no con charango e incluso guitarra como he visto otras veces.

inkuyo
Si hay que destacar algún tema de este disco, son dos. El primero de estos es Jatarichi. Su alegría es comparable solamente a la belleza de su sonido, mérito que corresponde en un setenta por ciento al uso del rondador y el tiple, instrumentos frecuentemente usados en la música ecuatoriana. El segundo, y no peor, sería un danzante llamado «Callejón de las Viudas», con deslumbrantes dúos de quenachos. A disfrutar.